Estando en primavera, quería el verano. En verano, quería el otoño. Cuando llegó el otoño, quería el invierno.
Comprendió que esa situación lo ponía triste porque cuando llegaba el momento no lo disfrutaba.
No encontró la forma de evitar esa sensación y optó evadir cualquier cambio.
En un instante comprobó el concepto de lo eterno, ya que siempre se repetía lo mismo.
Aún así, no podía evitar otras situaciones externas que lo sacaban de la rutina por un tiempo. Como la adaptación es algo natural, encontró una solución para enfrentar esas problematicas. La misma era, que cada vez que se avecinaba un cambio, tenía que hacerse bolita.
Pobre bicho bolita se lo veía cansado por el ejercicio.
DICIEMBRE-2004