Consideraba que su tiempo había llegado a su fin, solo faltaba muy poco para ese acontecimiento.
A la vez se entristecía porque después de haber convivido con ese ser, se había encariñado.
Y llego el día, su desprendimiento fue fácil y rápido.
Miro hacia el cielo se extendió y voló, voló como en sus sueños ¡Maravilloso realmente maravilloso!
Luego cayó al suelo y comenzó de nuevo su ritual de mirar al cielo y volar. Así recorrió muchos caminos, climas y se encontró con muchos de su especie.
La incansable plumita, que había convivido en el plumaje de una hermosa ave, ahora le tocaba vivir otra etapa. Sólo que en esta etapa de volar sola, dependía de la ayuda del viento.
ENERO-2005
